“Today we were unlucky, but remember we only have to be lucky once. You will have to be lucky always”.

Esa es la frase que usó la banda terrorista IRA en el intento de asesinato de Margaret Thatcher y su gobierno, el 12 de octubre de 1984, y que se saldó con 5 muertos.

Desgraciadamente hace un año, el terrorismo yihadista nos lo volvió a recordar. Es triste y complicado decir que fuimos afortunados (con 14 muertos a las espaldas) pero la explosión de la casa de Alcanar (Tarragona) donde los terroristas manipulaban los explosivos salvó muchísimas más vidas.

La cuestión (desgraciada) no es el número de víctimas de cada ataque terrorista ¿Acaso recordamos ya cuanta gente murió en Paris, en Berlín, en Londres, en Manchester, en Niza… ? (Nuestro profundo respeto para todas las víctimas y nuestra mayor solidaridad para todas ellas).

Lo que la gente finalmente recuerda es que ha habido un atentado, en tal o cual ciudad, y es entonces cuando la sensación de seguridad desaparece en la percepción de los ciudadanos.

Los bolardos, o los maceteros (o cualquier otro modo de obstaculizar atentados) siempre son de ayuda, si bien no podemos convertir las calles céntricas de cada ciudad europea en castillos amurallados, ya que nunca (y mil veces nunca) serán inexpugnables.

El miedo conlleva la victoria del terror.

Por ello, el refuerzo de medidas de seguridad debe realizarse de la manera más sutil. eficaz y coordinada posible. Sólo recordar lo que sucede con los incendios forestales: por mucho esfuerzo que se realice en verano, el fuego se apaga en invierno.